La crítica a Flow Calle
Flow Calle debe ser vista por su bien contada historia de inspiración y su relato de aspiraciones de jóvenes artistas urbanos enfrentados los agotadores recovecos y prejuicios que se interponen en el camino hacia el ascenso a la cima artística.
Tiene en su favor el buen criterio de guión y producción con buen mensaje y una onda musical no tóxica, que le diferencia de los textos de bajísima calidad que caracteriza la noble jauría de intérpretes a los que falta conciencia de los valores que transmiten.
Sus productores, directores o guionistas han apelado a figuras de la música urbana, buscando incidencia en taquilla con internacionalización, dado que tienen una parrilla de cines en 21 países por estrenar y a esos públicos hay que tirarles el gancho de ver sus talentos en pantalla.
Desde luego, el resultado actoral no es homogéneo y presenta, artísticamente hablando, resultados disímiles, porque, al ser supernumerario para una película dominicana musical ordinaria, muchos papeles no habrían recibido toda la orientación actoral necesaria o no había de donde sacarla, pero lo que no impide destacar que las actuaciones claves están bien ejecutadas.
Actoralmente hay buenos desempeños, en especial de la cantante y rapera colombiana Farina Pao Paucar Franco, (Yiselle), además de actuaciones que oscilan entre buenas y muy buenas: el colombiano Lincoln Palomeque, Clarissa Molina, David Maler, Shalim Ortiz, Celinés Toribio, Musicólogo (del que entendemos tiene una presencia y un desempeño en pantalla merecedora de futuros roles más trascendentes), Richard Douglas y el freestyle de Mozart la Para.
La aparición de Miguel Céspedes, en un breve rol dramático incrementa la paleta de los colores interpretativos que nos ha ofrecido desde el humor. Yandel nos sorprendió por su precisión interpretativa.
Flow Calle fue lanzada con el esquema conocido ya la promoción y lanzamiento espectacular, aplicado por Caribbean Cinemas a sus proyectos de éxitos de taquilla: Colao, ¡Qué León!, Los leones, La vida de los Reyes, entre otras, pero puede ser vista al margen de los empeños de su mercadeo. Es una película dominicana con vocación internacional, que marca un precedente.
No es la primera
Producciones dominicanas que se apoyan en talentos de esta corriente musical o que tratan de ser estrictamente musicales en esta línea, hemos tenido proyectos en el pasado, comenzando con Pueto pa’ mi” (Iván Herrera, 2015, producida por David Collado) y seguida de:
- Trabajo sucio (‘David Pagán, 2018) El Mayor
- La musiquita por dentro (Ernesto Alemany, 2019) y cuyo tema principal, “Solo te veo”, grabó Lápiz Consciente con el merenguero Gabriel.
- La Maravilla (David Pagán, 2019) Mozart La para.
- Qué León (Frank Perozo 2018) y
- Los Leones (Frank Perozo, 2019) -ambas con la participación de Ozuna-.
Todas ellas ayudaron a abrir el camino del cine musical de calle en base a sus aciertos y fallas.
Los factores técnicos
La historia es desarrollada con respeto, con una fotografía impecable, una edición precisa y una dirección de arte que reproduce con fidelidad los detalles de sus locaciones interiores y exteriores.
La banda musical está a cargo del multi premiado compositor Sergio Jiménez Lacima, (recordado por La isla rota y con un larguísimo listado de bandas musicales exitosas), quien se mete a estos ritmos de calle y logra un perfil sonoro impactante y limpio. Su trabajo más reciente es la miniserie para Prime Video -Amazon- El desafío ETA, se ha estrenado esta semana.
Riccardo Bardelino y Leticia Tonos, son profesionales que se han tomado su trabajo muy en serio para lo cual será suficiente recorrer sus cinematografías. Flow Calle ofrece pistas como cinematográficamente avanzamos en el plano del cine de gran industria.
En resumen
Flow Calle, parte de ese proceso de cualificación del cine musical dominicano, no es una obra maestra, no tendrá premios en ningún festival de cine, pero si es musicalmente es la mejor trabajada y la que tiene mayores posibilidades de llevar sus sonidos e imágenes a mayor cantidad de públicos en el continente, dejando claro que la industria dominicana del cine se está tomando a sí misma. Frank Perozo, que sigue definiendo una carrera fílmica tras de cámara, sobre libreto del colombiano Andrés López (co-creador de “El Cartel de los Sapos”, “El Señor de los Cielos”).
Se ha logrado una película temática cuidada y curada en sus aspectos más sensibles, sobre todo en la muy rechazada toxicidad y violencia de las letras de las piezas de esta corriente, ofreciendo un espectáculo fílmico muy dirigido a la juventud, sin alimentar valores negativos tan presentes en esa dimensión del ritmo actual.