Asesino de dominicano en España alega que solo defendió a su hermano
ESPAÑA.- El juicio por el crimen de un dominicano de 31 años en la salida del pub de ambiente latino La Grandota de Santiago gira en torno a dos planteamientos. El de las acusaciones, que ven un asesinato planificado y despiadado ejecutado por los hermanos Víctor y Michael Delgado Olguín, de nacionalidad colombiana, y el de la defensa, que considera los hechos una mera pelea que acabó mal sin que esa fuese la intención. En estos últimos términos se han manifestado los dos acusados.
«Quería defender a mi hermano, no causarle la muerte [a la víctima]», ha afirmado Víctor, apodado La Bibi, ante el jurado popular que le juzga, que después añadió: «Nunca quise acabar con su vida, no salimos a matar personas».
El relato de hechos que han hecho los hermanos Delgado los sitúa saliendo de copas aquel 2 de enero del 2023. Con pasos por el pub Tropical y la discoteca Moon y muy bebidos y drogados. Víctor aseguró haber tomado altas dosis de MDMA y éxtasis y Michael de cocaína.
En ese estado aseguran que fue cuando, poco antes de las siete de la madrugada, acudieron a la puerta del pub La Grandota, en la calle Santiago de Chile, para recoger a sus esposas. Según su versión, fue entonces cuando se produjo la pelea con Gregory, el fallecido, en la cual él les agredió con una botella rota y con una navaja con la que hirió a Michael en la espalda perforándole el pulmón.
Fue en ese arrebato cuando por mala fortuna la puñalada que le asestó Víctor en la pierna resultó ser mortal porque le seccionó la arteria y la venal femoral y se desangró. «Yo estoy luchando por mi vida porque él tiene una botella en la mano», incidió Michael, que reconoció que la víctima, al final, gritó pidiendo que no lo mataran porque tenía un hijo.
Durante la declaración de los dos acusados ha sido la primera vez en la que el jurado ha podido ver el vídeo de la cámara de seguridad de un gimnasio en el que quedó grabada la agresión. Con menos nitidez de lo que muchos esperaban, en ella se puede ver y oír cómo se produce el apuñalamiento, pero de esas imágenes es difícil inferir si se trata de un asesinato, de una muerte planificada y ejecutada sin dar la oportunidad de defensa a la víctima, o de un homicidio fruto de una pelea.
El abogado defensor de los hermanos Delgado los presentó ante el jurado como dos chicos responsables, que trabajaban en el sector forestal y que siempre habían tenido ocupaciones desde que llegaron a España, hace cuatro años Víctor y seis Michael. Muy distinta es la versión que han ofrecido los primeros cuatro testigos en pasar por la sala de vistas de la sección compostelana de la Audiencia Provincial.
El más clarificador de todos los testimonios ha sido el del dueño del pub La Grandota, que tiene otros dos locales de ambiente latino en Santiago, entre ellos el Guayaba. Él conocía a Gregory, al que definió como «un cielo de persona» y a los dos acusados, a los que tachó de «demasiado conflictivos» y explicó que les había prohibido la entrada a ambos en los tres locales que regenta por sus continuos altercados.
En concreto, relató uno ocurrido meses antes del crimen, en octubre del 2022, que podría explicar lo sucedido. Aquella noche, según relató, Víctor Delgado se encaró con su mujer porque estaba con un grupo de dominicanos en el pub y llegó a agredirla, lo que motivó que sus acompañantes lo persiguieran y le dieran una paliza en la calle. Fueron muchos los golpes y el dueño de La Grandota asegura que fue él mismo el que intervino y le «salvó la vida».
Tras aquel incidente, añadió, los hermanos Delgado le amenazaron con «reventarle el local» e incluso matarle, por lo que él entiende que aquella noche, con la muerte de Gregory, ejecutaron sus amenazas. El móvil, por tanto, sería en su opinión la venganza por las relaciones de la mujer de Víctor con los dominicanos.
Los otros tres testigos eran conocidos del fallecido y todos ellos coincidieron en que no pudo defenderse de la agresión de los hermanos Delgado. Además, revelaron un extremo que no casa con el relato de hechos de los acusados porque los sitúa en la puerta de La Grandota, esperando, horas antes de que se produjera la agresión. Estarían, por tanto, haciendo la espera, algo que va en contra de esa versión de pelea fortuita que han presentado y apoya la tesis del asesinato que defienden la Fiscalía y la acusación particular, que piden un total de 30 años de prisión para cada uno de los acusados.
En la segunda jornada del juicio también declaró Víctor Manuel Roa, el dominicano amigo del fallecido que intentó ayudarle y que recibió un corte en un dedo al intentar repeler un ataque con cuchillo de uno de los hermanos Delgado. Así lo ven la Fiscalía y la acusación particular, como otra víctima, pero la defensa de Víctor y Michael le pide nueve años de cárcel porque le acusan de haber apuñalado al segundo en la refriega con un arma que portaría él.
Todos los demás testimonios oídos hasta ahora por el jurado contradicen esta afirmación de los Delgado y aseguran que fue el propio Víctor el que, fruto de la ira y la furia que empleó contra Gregory, apuñaló sin querer a su hermano. «De repente se escuchó un ay y fue en ese momento que lo hirió», relató.
En su versión de los hechos, Roa explica como primero salió del pub su hija, después el fallecido y ya por último él, que cuando puso un pie en la calle se encontró con la pelea y con los dos hermanos apuñalando a su amigo Gregory de forma que no tuvo opción de defensa porque en el momento en el que le asestaron la herida mortal en la pierna uno le sujetaba desde atrás por el cuello en el suelo.
Para Roa, Víctor y Michael «tenían todo planificado» y «sabían lo que iban a hacer» y su amigo «en ningún momento pudo defenderse». Sí «pidió auxilio» e incluso les imploró a los agresores que no lo mataran porque tenía un bebé de dos meses, recordó, pero no le valió de nada «porque ellos no tuvieron piedad, son dos criminales que saben cómo matar», añadió.
Además de la herida que se produjo en un dedo, que todavía le causa problemas, el amigo del fallecido explicó al tribunal que ahora tiene problemas para conciliar el sueño. «Todavía yo eso lo tengo en la mente y no puedo olvidarme», lamentó.