Cada adulto produce 473 litros de orina al año, chilena cree será próximo “oro líquido” en industria agrícola
Un nombre: la doctora en ingeniería química y ambiental Dafne Crutchik. Un problema: la caída de las reservas de fósforo y la escalada de precios del mercado mundial de fertilizantes. Una solución: la orina.
Estos días Crutchik ha sido noticia porque ha desarrollado un nuevo método de procesar la orina humana y extraer fácilmente todo el fósforo que hay dentro. Y, aunque parece una cosa tan rara como divertida, tiene todo el sentido del mundo.
De hecho, la idea no es original. En sitios tan dispares como Estados Unidos, Francia o la Estación Espacial Internacional, el uso de orina está a la orden del día. Desde hace años el Rich Earth Institute de Vermont (EEUU) tiene un programa dedicado a examinar la seguridad y eficiencia de usar la orina con este fin.
Como ellos mismos explicaban en la BBC, la idea de reciclar orina responde a dos razones básicas: la primera son “los fertilizantes que produce, que son valiosos para la agricultura”, la segunda es “la contaminación que evita”.
Ese fertilizante llamado orín… “La orina contiene 85-90% del nitrógeno de los desechos humanos y alrededor de dos tercios del fósforo, y las heces sólo tienen el resto”, explicaba Noe-Hays, responsable de investigación del REI. Esto hace que, sobre el papel, procesar esos desechos pueda ser buena idea.
Tan altos son los niveles de estos compuestos que el no recolectarlos se ha vuelto un problema en muchos lugares. Cuando el boom de nutrientes de la orina de una población humana llega a ríos y lagos, impulsan el crecimiento de algas, la eutrofización del entorno y la muerte (por asfixia) de muchos peces y ecosistemas acuáticos.
Y una solución DIY. Sobre todo, porque el fósforo aprovechable a nivel industrial se concentra en unos pocos lugares del mundo y eso ha generado toda una geopolítica del fertilizante que está detrás de cosas como el conflicto del Sáhara.
Entre 1993 y 2013, el precio de los fertilizantes basados en fósforo aumentó un 270%. En los últimos años, con la guerra de Ucrania por en medio, la tendencia se ha hecho más fuerte ocasionando un enorme problema para gran parte de los agricultores del mundo. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la tonelada pasó de cotizarse de 276 dólares en 2021 a 938 dólares en 2022.
¿Pero cómo de viable es el invento con orina?
Esa es la gran pregunta. Como es evidente, la mayor parte del mundo no tiene sistemas diferenciados de recolección de orina. No obstante, eso es un problema que se soluciona con inversión. En 2014, el Rich Earth Institute tenía la infraestructura necesaria para recolectar y procesar 11.300 litros de orina. No es mucho, ni desde luego se acerca a lo que necesitaríamos, pero no está mal.
Aquí entra la idea de Crutchik. La profesora asociada de la Universidad Adolfo Ibáñez y su equipo han descubierto que al mezclar la orina con el agua del mar, se produce una precipitación del fósforo. La clave es que el aporte de magnesio que da el agua marina cataliza una suerte de cristales de color blanco del tamaño de un grano de arena. Unos granos que se pueden usar directamente como fertilizante.
El método ha sido capaz de generar 80 gramos de cristales con cuatro litros y medio de orina y 250 gramos de agua del mar. Según los cálculos de los investigadores, bastarían unos 500 gramos de estos cristales para fertilizar una tonelada de tierra de cultivo. Sobre el papel, al menos, es interesante.
Pero, en el fondo, es solo un paso más de cara al desarrollo de agriculturas capaces de aprovechar al máximo todo lo que utilizan.