China transforma sus ciudades para frenar inundaciones
China.- Ante el agravamiento de las inundaciones urbanas, las ciudades chinas están desarrollando lo que se denomina «ciudades esponja». En lugar de depender de la «infraestructura gris» de diques, tuberías, presas y canales; las «ciudades esponja” permiten que las zonas urbanas absorban el agua en épocas de mucha lluvia y la liberen en tiempos de sequía.
Estos conceptos podrían utilizarse en ciudades de todo el mundo para combatir las inundaciones, absorber el dióxido de carbono; aumentar la vida animal y vegetal, y ampliar los espacios verdes. Según Kongjian Yu, decano de la facultad de arquitectura de la Universidad de Pekín y pionero en la investigación de las «ciudades esponja”, el enfoque actual de construir grandes barreras de hormigón y cubrir todas las superficies permeables está condenado al fracaso y que, en su lugar, las ciudades deberían adoptar soluciones basadas en la naturaleza para las inundaciones.
Yu lleva más de 20 años haciendo campaña en China para la adopción de este tipo de ciudades. El tema saltó a la palestra cuando las inundaciones de Pekín en 2012 paralizaron la ciudad y mataron a decenas de personas. Las inundaciones allí han sido atribuidas a la rápida urbanización y a la destrucción de los humedales; que son esponjas naturales que atrapan y liberan el agua lentamente.
«Las ciudades tropicales se equivocaron al aplicar los mismos sistemas de gestión del agua que se desarrollaron en los climas templados de Europa; algo que puede provocar daños catastróficos”, afirma Yu. La opción definitiva para el experto es una ciudad sin infraestructuras grises, con humedales, áreas verdes, superficies permeables, arroyos serpenteantes, zonas abiertas junto a las carreteras y llanuras aluviales.
En 2013, las propuestas de Yu fueron adoptadas por el Gobierno central chino y el plan se implementó en 30 ciudades.
Las ciudades están obligadas a construir elementos de «ciudad esponja”, y las autoridades esperan convertir el 80% de las zonas urbanas en «esponjas” para 2030.
El principio básico de las denominadas ciudades esponja es dar al agua suficiente espacio y tiempo para que drene en el suelo donde cae, en lugar de canalizarla lo más rápido posible y depositarla en enormes presas. En lugar de construir canales de agua de flujo rápido, las «ciudades esponja” reducen la velocidad del agua en arroyos serpenteantes sin muros de hormigón y con espacio para esparcirse en caso de fuertes inundaciones.
La sustitución de las infraestructuras de hormigón puede acabar salvando vidas, explica el académico Yu.
Las vías naturales de las lluvias y los suelos permeables empleados en los diseños de las «ciudades esponja” limpian el agua y reducen la contaminación. El agua de lluvia puede evaporarse y enfriar la ciudad. Además, en teoría, puede utilizarse en el sistema de suministro de agua para tareas como el riego y la limpieza de las calles, reduciendo el consumo de agua del grifo.
Según Yu, la vegetación, los sedimentos y los microorganismos en los sistemas de agua de las «ciudades esponja” podrían acabar sustituyendo muchos de los sistemas de filtración de agua urbanos, que consumen mucha energía, o al menos reducir la carga que suponen.
A medida que el cambio climático se agudiza, también lo hacen los fenómenos meteorológicos catastróficos. Estos traen lluvias aún más imprevisibles a las ciudades y corren el riesgo de desbordar los sistemas actuales. Defensores de las «ciudades esponja” dicen que, además de ser una buena forma de reaccionar ante el cambio climático, también son buena forma de combatirlo.
Las infraestructuras de las «ciudades esponja”, según ellos, requieren mucha menos energía para su mantenimiento en comparación con las infraestructuras grises. Reducen la carga en las instalaciones de tratamiento de agua y la construcción de este tipo de infraestructuras requiere menos recursos, incluyendo menos hormigón. Además, las «ciudades esponja” contienen grandes espacios verdes que absorben el dióxido de carbono. Los expertos afirman que esto podría suponer un cambio real en el cambio climático, reduciendo el riesgo de inundaciones a nivel mundial