Discurso íntegro del presidente Abinader en el “Acto de Apoyo a la Democracia en Venezuela”
Santo Domingo. R.D.- El presidente de la República Dominicana, Luis Abinader, expresó su respaldo al líder opositor venezolano Edmundo González Urrutia, en un emotivo discurso pronunciado en el Palacio Nacional, como parte del acto “Apoyo a la democracia en Venezuela”.
Durante su intervención, Abinader hizo un llamado a las autoridades de Venezuela a facilitar un tránsito pacífico hacia la democracia y reafirmó el compromiso de los dominicanos con la libertad y los derechos humanos. A continuación, presentamos el discurso íntegro del mandatario, en el que destaca los lazos históricos entre ambos países y su mensaje a la comunidad internacional para alzar la voz contra la represión.
Discurso del Presidente Luis Abinader
Acto de Apoyo a la Democracia en Venezuela
9 de enero de 2025
Amigos y amigas,
Nos reúne hoy un llamado ineludible, una cita con la historia y con los valores que nos definen como pueblos libres: la defensa de la democracia en Venezuela. Esta causa, que trasciende fronteras y generaciones, toca las fibras más profundas de nuestra identidad y nos recuerda aquella frase de Bolivar: “la libertad no se obtiene con un solo acto; hay que conquistarla día a día.”
Aquí, en este recinto donde hoy debe resonar el eco de las luchas por la justicia y la dignidad, evocamos las huellas de quienes caminaron antes que nosotros, iluminando el sendero de la libertad.
Recordemos al patricio Juan Pablo Duarte Díez, quien encontró en Venezuela un hogar y un refugio, pero también un importante punto de apoyo para sus ideales emancipadores.
Recordemos al tío materno de Duarte, Mariano Díez, militar que luchó por la independencia de ambos países; al hijo de Mariano, primo hermano de nuestro padre fundador, Manuel Antonio Díez, que llegó a ser presidente interino de Venezuela en 1886.
Recordemos, además, al presidente venezolano, Juan Crisóstomo Falcón, de origen dominicano, quien como gobernante entre 1863 y 1868 apoyó decididamente a Duarte para que regresara al país a participar en la gesta restauradora.
Recordemos al mayor de los hermanos de Juan Pablo, Vicente Celestino, cuya descendencia perpetuó ese vínculo profundo y fraterno entre nuestros pueblos, y a través de quienes la sangre de Duarte corre hoy por venas venezolanas.
Recordemos la solidaridad de Rómulo Betancourt, quien puso en riesgo su vida, suministrando armas y fondos para las expediciones de Constanza, Maimón y Estero Hondo contra la dictadura de Trujillo que conculcaba nuestra libertad.
Recordemos el contundente apoyo de Venezuela durante la transición democrática de nuestro país en 1978, realizando importantes gestiones internacionales para lograr transitar hacía a una democracia plena en nuestra República Dominicana.
Estos no solo son nombres ni hechos aislados. Son raíces entrelazadas que hoy nos sostienen y nos inspiran. Son testimonios vivos de una hermandad sellada en las páginas más luminosas de nuestra historia. Porque los dominicanos sabemos que la libertad nunca se concede sin lucha. Y sabemos también que cuando un pueblo sufre, es deber de las naciones hermanas alzar la voz.
Nuestros himnos recogen el nombre de nuestro carácter distintivo: Venezuela es el “Bravo Pueblo” y los dominicanos somos “Quisqueyanos valientes”. Más de una vez en la historia de nuestros pueblos indómitos, hombres y mujeres se negaron siempre a aceptar la tiranía al son de esos cantos.
Por esa larga historia de solidaridad democrática, los dominicanos ahora tenemos el deber de comportarnos con la misma generosidad. No podemos ser ajenos al drama que sufren los hermanos venezolanos.
Hoy extendemos esa voz de aliento y esperanza al pueblo venezolano. Lo hacemos con la firmeza que nos concede nuestra propia experiencia: la de un país que enfrentó dictaduras, luchó contra el abuso del poder y transformó el sufrimiento en oportunidad.
Por eso, como herederos de una tradición democrática y en nombre del legado internacionalista de José Francisco Peña Gómez, reiteramos hoy nuestro compromiso con quienes en Venezuela luchan por el derecho a elegir libremente su destino.
Venezolanos y venezolanas,
Sabemos que en las horas más oscuras es fácil perder la esperanza. Sabemos que las cadenas del autoritarismo parecen, a veces, imposibles de romper. Pero también sabemos que ningún régimen puede resistir para siempre la fuerza de un pueblo decidido a ser libre.
El 28 de julio, Venezuela habló con claridad. Su voto fue un grito de libertad. Pero ese grito fue respondido con represión y fraude. Por eso, hoy levantamos nuestra voz junto a la de otros países, condenando el uso de la violencia, denunciando las detenciones arbitrarias y exigiendo respeto a los derechos humanos.
Señoras y señores,
La democracia es más que un sistema político. Es un pacto sagrado entre gobernantes y gobernados, un acuerdo basado en la confianza y el respeto. Romper ese pacto es traicionar no solo a un pueblo, sino a toda la humanidad. Porque allí donde muere la democracia, nacen la pobreza, la persecución y el exilio.
Nosotros, los dominicanos, lo sabemos bien. Por eso hemos abierto nuestras puertas a miles de venezolanos que hoy llaman hogar a nuestra tierra. Y a ellos les decimos: mientras haya un solo dominicano en pie, tendrán aquí un aliado en la lucha por la libertad.
Amigos y amigas,
La historia nos observa. En esta hora crucial, no podemos vacilar. Como lo hizo Rómulo Betancourt cuando apoyó la gesta democrática dominicana, hoy nos corresponde a nosotros estar a la altura de ese legado. La Declaración de Santo Domingo, firmada por 22 países y la Unión Europea, no fue solo un documento: fue una promesa.
Y esa promesa debe cumplirse. Porque cuando se amenaza la libertad en una nación, se debilita en todas.
Dominicanos y dominicanas,
Ningún país en el mundo será juzgado solo por su riqueza ni por su poder, sino por su capacidad para defender la dignidad humana. Y en esa tarea, no hay espacio para la indiferencia ni para el silencio.
Hoy proclamamos, con la fuerza de nuestra historia y el ardor de nuestras convicciones, que la libertad prevalecerá. Que Venezuela recuperará su democracia. Y qué juntos, como pueblos hermanos, seguiremos construyendo un futuro de esperanza.
Edmundo,
A ti, a toda tu familia, a María Corina y al valiente pueblo venezolano, les decimos: su lucha es nuestra lucha. La República Dominicana mantendrá en alto el estandarte de la libertad y no descansará hasta que Venezuela vea florecer nuevamente la democracia.
A las autoridades actuales venezolanas,
Aún están a tiempo de cruzar al lado correcto de la historia. Abran las puertas a un tránsito pacífico, a la democracia, ¡devuelvan la libertad a Venezuela! Porque nunca es tarde para respetar la voluntad de un pueblo que -supongo- deben amar.
¡Que vivan Venezuela y República Dominicana libres y hermanas!