El dramático éxodo de venezolanos que se arriesgan en una selva mortal para llegar a Estados Unidos

Panamá.– Olga Ramos caminó durante días a través de la selva, cruzando ríos, escalando cerros y cargando a una niña en pañales a través de un fango tan profundo que parecía que se las tragaría enteras. En el camino, se cayó varias veces, pasó a un niño discapacitado que tenía un ataque de pánico y vio el cadáver de un hombre con las manos atadas a su cuello.

Sin embargo, como decenas de miles de otros venezolanos que atraviesan esta ruta salvaje y sin caminos conocida como el Tapón del Darién, Ramos creía que llegaría a Estados Unidos, al igual que sus amigos y vecinos habían hecho semanas atrás.

“Si mil veces me toca venirme, mil veces lo voy a hacer”, dijo en un campamento a varios días de camino en la espesura de la selva. Ramos, de 45 años, forma parte de un movimiento extraordinario de venezolanos que van a Estados Unidos.

De 2015 a 2018, en el peor periodo de la crisis en Venezuela, la detención de migrantes venezolanos en la frontera sur de Estados Unidos jamás superó las 100 personas al año, según las autoridades estadounidenses. Este año, más de 150.000 venezolanos han llegado a la frontera.

La mayoría de ellos se han animado a emprender este viaje terrible, y a veces mortal, porque se ha corrido el rumor de que Estados Unidos no tiene forma de devolver a muchos de ellos.

Pero sus travesías –a menudo mal informadas por videos de las redes sociales– producen escenas crueles en el Darién, la extensión de terreno selvático de 106 kilómetros que conecta América del Sur y América Central, debido a crisis paralelas y agobiantes que se desarrollan al norte y al sur del continente.