El Papa Francisco lamenta «El uso de armas atómicas ahora constituye abiertamente una amenaza»
ROMA– El Papa ha lamentado la «amenaza» que hoy constituye el uso de armas atómicas y ha instado a la comunidad internacional a abrir «un diálogo serio» sobre la no proliferación y sobre su desmantelamiento.
«Somos testigos de lo que se temía y nunca se quiso escuchar: que el uso de armas atómicas, que culpablemente desde Hiroshima y Nagasaki se han seguido produciendo y experimentando, ahora constituye abiertamente una amenaza», ha asegurado el Pontífice en el encuentro internacional de ‘Oración por la Paz’ organizado por la comunidad de San Egidio, siguiendo el espíritu de Asís, desde un palco del Coliseo de Roma en presencia de distintos líderes religiosos.
Francisco ha lamentado «este oscuro escenario» y ha instado a escuchar la voz «de los sin voz». «Aquí se funda la esperanza de los pequeños y de los pobres: en Dios, cuyo nombre es Paz. La paz es su regalo y es invocada por Él», ha asegurado.
Francisco ha instado sobre todo a los creyentes a cultivar la paz. «No nos dejemos contagiar por la lógica perversa de la guerra; no caigamos en la trampa del odio al enemigo. Volvamos a situar la paz en el centro de nuestra visión del futuro, como objetivo central de nuestra acción personal, social y política, a todos los niveles», ha pedido. Por ello, ha llamado a «desactivar los conflictos con el arma del diálogo».
Francisco ha presidido la oración de los cristianos junto con representantes de otras religiones. En el palco habilitado en el Coliseo, estaba sentado entre el patriarca de la Iglesia asiria de Irak, Mar Awa III Royel y el metropolitano mayor de Calcedonia, Emmanuel, número dos de la jerarquía del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla por detrás del Patriarca Bartolomé.
Durante su alocución, Francisco ha lamentado que la paz haya sido «sofocada» en tantas regiones del mundo, «humillada por demasiada violencia» y «negada incluso a los niños y a los ancianos, que no se salvan ante la terrible dureza de la guerra». Así, ha lamentado que el grito de la paz suele silenciarse «no sólo por la retórica de la guerra sino también por la indiferencia». «Se silencia por el odio que crece mientras se lucha», ha añadido.
Del mismo modo, ha recordado la «grave crisis internacional» que vivió el mundo con la crisis de los misiles en Cuba en octubre de 1962, «cuando parecía inminente un enfrentamiento militar y una deflagración nuclear». Citando el llamamiento que hizo entonces San Juan XXIII, ha implorado «a todos los gobernantes que no hagan oídos sordos a este grito de la humanidad» y que hagan «todo lo que está en su poder para salvar la paz».
«Así evitarán al mundo los horrores de la guerra, cuyas terribles consecuencias no se pueden prever», ha advertido. Asimismo, ha instado a no usar la religión como un instrumento de la guerra. «Solo la paz es santa», ha señalado tras pedir que nadie use «el nombre de Dios para bendecir el terror de la violencia».
Durante la oración ecuménica estaban presentes, entre otros, el presidente del Consejo Metodista Consejo Metodista Mundial (CMM), el coreano Jong Chun Park; el arzobispo ortodoxo, Iglesia siria, Dionysius Jean Kawak; el delegado Patriarcal de la Iglesia Apostólica Armenia en Europa Occidental, el arzobispo, Barsamian Khajag; o la diaconisa Alessandra Trotta de la Iglesia Valdese.
Además, Grace Enjei, refugiada de Camerún que llegó a mediados de diciembre a Italia desde Chipre gracias al Papa junto a otras 11 personas, ha leído una de las oraciones. Otra de las intervenciones ha corrido a cargo de la fundadora de la organización Vínculos en Red, de Argentina, Alicia Peressutti, cuya misión es asistir y reinsertar socialmente a las mujeres rescatadas de la trata humana. Pressutti ha instado a que «la trata de personas sea declarada un crimen contra la humanidad» y que todas las víctimas sean «rescatadas».
Por su parte, el presidente de la Comunidad Sant’Egidio, Marco Impagliazzo, ha alertado de que, si bien «la Guerra Fría ya no existe» y «la idea del choque de civilizaciones se ha contenido», hoy el mundo está «al borde de una catástrofe mucho más grave».