Ella engañó al FBI fingiendo un violento secuestro para irse a casa de su exnovio

Sherri Papini desapareció cuando corría cerca de su casa y la buscaron por todos lados durante tres semanas. La encontraron en una carretera con una cadena atada a su cintura, el cabello corto, más delgada y con moretones. Pero todo fue falso, afirma la Fiscalía

Una mujer de California cuya desaparición en 2016 desató una intensa búsqueda liderada por el Buró Federal de Investigaciones (FBI) fue arrestada el jueves por supuestamente fingir su secuestro para “escapar” de su esposo y sus dos hijos pequeños, y pasar tres semanas con un exnovio. Si se confirma que les mintió a agentes federales enfrentaría una condena de hasta 25 años de prisión.

Sherri Papini, de 39 años y residente de Redding, en el norte de California, ha mantenido su versión a lo largo de cinco años, desde que un camionero la vio el Día de Acción de Gracias de ese año corriendo a mitad de la carretera 5, cerca de Woodland, a 146 millas del lugar donde desapareció.

Tenía una cadena amarrada a la cintura y un brazo, ataduras en cada tobillo, su rubia cabellera había sido cortada, perdió una cantidad considerable de peso, su nariz estaba hinchada y tenía moretones en su cuerpo. La llevaron a un hospital local para hacerle varios exámenes físicos y luego la entrevistaron agentes del FBI. Al parecer llevó tan lejos su mentira que hizo una descripción detallada del “rapto”.

Según su relato, la mañana del 2 de noviembre de 2016 ella corría cerca de su casa en el área de Mountain Gate cuando una camioneta SUV de color oscuro se le acercó. Dos mujeres hispanas viajaban en el vehículo y una de ellas le preguntó: “¿Puedes ayudarme?”. Al acercarse le mostraron una pistola y se la llevaron. “No queremos matarte”, le advirtieron. Lo único que quedó en el lugar fue su celular.

Los días posteriores pasó un calvario bajo el cuidado de dos hispanas que “tocaban música a todo volumen. Esa música mexicana realmente molesta. Y veían la televisión”. Una de ellas disfrutaba pegarle y a la menor provocación la ofendían en español. Le daban de comer una vez al día: arroz, tortillas, manzanas o una crema de trigo. Todo “sabía horrible” y era “basura de basura”, narró.

También proporcionó detalles que ayudaron al FBI a crear retratos hablados de las sospechosas, que fueron difundidos al público pidiendo su colaboración en la captura. En esos dibujos aparecen dos hispanas, una joven con las cejas muy delgadas y la otra de más de 50 años. Pañuelos les cubrían parte de sus rostros. “Eran hispanas, hablaban mucho español”, dijo y afirmó que la mujer mayor era “realmente mala” y que la más joven parecía estar involucrada “a regañadientes”.

Estando en cautiverio, relató, las mujeres leyeron notas periodísticas de que ella se había ido voluntariamente. Una de ellas “se estaba riendo de mí: ‘Nadie te cree. Todo el mundo piensa que te escapaste. ¿Adivina qué? El comprador (la persona a quien supuestamente entregarían) es un policía, nunca te encontrarán”, señala una declaración jurada del FBI.