La hepatitis A, B y C continua atacando con más fuerza a la comunidades más pobres de NYC
Si se contrasta con los datos disponibles del año 2020, los casos confirmados de hepatitis A, B y C, durante el 2021 aumentaron de manera considerable en la Gran Manzana. Hay una razón muy clara: De acuerdo con los análisis del Departamento de Salud de la ciudad de Nueva York (DOHMH) este salto está asociado con las barreras y límites impuestos, en muchos casos, por la pandemia de la COVID-19.
En su informe anual sobre los avances de este grupo específico de enfermedades virales, el DOHMH concluyó que se registraron en muchos centros de salud servicios limitados de pruebas de hepatitis B y C, debido a los requisitos de distanciamiento físico y la reducción de la capacidad de laboratorios. Este esquema retrasó el diagnóstico y el inicio de tratamientos.
La “fotografía” del aumento de casos se debe a que lógicamente más personas accedieron a los servicios de atención médica y detección en 2021, luego del primer año de la pandemia.
De acuerdo con lo validado por muchas organizaciones de salud, fue evidente los “grandes temores” de pacientes a buscar atención para evitar la exposición al COVID-19.
“La hepatitis se puede prevenir y tratar. Sin embargo, la mayor amenaza para las personas que viven con hepatitis son las barreras a la atención. Tenemos que hacer todo lo posible para reducir las desigualdades y garantizar la disponibilidad de servicios preventivos y de tratamiento”, expresó este jueves el Dr. Ashwin Vasan, comisionado de DOHMH.
Comunidades marginadas
Aunque el número de nuevos casos notificados de hepatitis B y C crónicas ha disminuido desde 2016, no todos los neoyorquinos tienen un acceso equitativo a la detección, prevención y atención médica de estas enfermedades víricas, debido a la falta de inversión en determinados vecindarios y comunidades.
“Estos factores impiden que muchas comunidades marginadas accedan a servicios contra la hepatitis vírica, lo que las expone a un mayor riesgo de infección. Para las personas que viven con hepatitis B o C, la atención médica de calidad están aún más fuera de su alcance”, destaca el reporte.
En 2021 se recibieron cada vez más informes de hepatitis A entre personas que consumen drogas y personas sin hogar, lo cual constituye tradicionalmente las poblaciones más afectadas por los continuos brotes de hepatitis A en todo el país.
Otro dato que se desprende del informe, es que el 56.7 % de los nuevos casos de hepatitis B crónica eran hombres y el 43.2 % vivían en vecindarios de pobreza alta o muy alta.
En el caso de la hepatitis C, el 62.9 % de los nuevos contagiados eran hombres y el 43.1 % vivían en vecindarios de pobreza alta o muy alta. Las personas con antecedentes de consumo de drogas inyectables o intranasales constituyeron el 47 % de las personas de 18 a 34 años registradas recientemente con hepatitis C crónica en 2021.