La primavera y 450.000 tulipanes ayudan a los ucranianos a lidiar con estrés de la guerra
Leópolis. – 100.000 tulipanes comienzan a florecer en Leópolis y la primavera llega a otras ciudades, ayudando a los ucranianos a encontrar algo de alivio en la naturaleza en medio de los incesantes ataques rusos.
Plantas y árboles en flor han llenado las calles de Ucrania y también las redes sociales, en un fuerte contraste con la realidad diaria de los ataques con misiles y de las preocupantes informaciones del frente. “Que bello es.
Es difícil aceptar cómo todo está floreciendo, los pájaros cantan y los aromas son increíbles pero al mismo tiempo rugen los misiles en el cielo”, escribió Ludmila Ponomareva, una vecina de Járkov (noreste), bombardeada a diario en las últimas semanas.
“La naturaleza nos salva del estrés y nos anima a vivir”, subrayó aun así Ponomareva en su publicación, que acompañó con un vídeo de un manzanar.
Terapia con tulipanes Todo el mundo necesita algo que le ayude a escapar de la realidad de la guerra, enfatizó Irina Kulinich, la vicealcaldesa de Leópolis, un millar de kilómetros hacia el oeste. 100.000 tulipanes se alinean en las calles de la ciudad, junto con magnolias y cerezos japoneses, por segunda primavera consecutiva desde que empezó la invasión.
Otros 350.000 tulipanes donados por varias empresas holandesas están floreciendo también en Kiev, Bucha, Dnipró (centro), Jersón y Odesa (sur). “Es una alegría y es muy importante tener algo así, a pesar -o especialmente en medio- de la guerra”, dijo Kulinich a EFE.
Las flores y los árboles en flor se intercalan con los recordatorios de la guerra en curso, como los homenajes a los soldados caídos repartidos por la ciudad. “Si no fuera por esta belleza, ya habríamos perdido hace tiempo”, dijo a EFE Katerina, otra vecina de Leópolis que paseaba a su perro en un parque cercano a la Universidad Iván Franko.
“Nos da fortaleza y fe. Nos recuerda que hay algunas cosas eternas que la guerra no puede destruir”, enfatizó, de pie junto a un cerezo japonés.
Agotamiento y adaptación
El agotamiento es la emoción más común entre los ucranianos, según un sondeo realizado por el grupo Gradus Research en febrero que halló que más de la mitad de los encuestados lo experimentaron al comenzar el tercer año de la invasión.
“Los ucranianos se sienten cada vez más cansados e impotentes debido a la incertidumbre y volatilidad de la guerra”, explicó en un comunicado la fundadora del centro, Evgenia Blizniuk.
Pero según otro estudio del Centro Razumkov, la cantidad de ucranianos que se sienten muy asustados o en pánico ha caído a la mitad en relación al inicio de la invasión.
“La gente se ha adaptado a esta realidad”, dijo a EFE desde Odesa Anastasia Dolnik. Una de cada dos noches, una alarma antiaérea la despierta en medio de la noche y debe bajar con su novio y con su gato al párking subterráneo debajo de su edificio para protegerse de un posible ataque con drones o misiles.
Pero al salir el sol las cafeterías de la ciudad costera se llenan de gente, en un precario equilibrio hecho posible por los soldados que combaten en el frente a cientos de kilómetros.
“Parece surrealista, pero me recuerda a cómo Erich Maria Remarque escribió que en las cafeterías no había asientos libres pese a la guerra”, afirmó Dolnik en alusión al novelista alemán conocido por sus obras sobre la Primera y Segunda Guerra Mundial. Además, la invasión ha hecho que los ucranianos valoren más lo que tienen.
“Valoramos más nuestro tiempo fuera del trabajo, nos comunicamos y pasamos más tiempo con nuestros familiares y amigos”, explicó.
Los ánimos pueden cambiar rápidamente dependiendo de lo bien que las defensas aéreas hayan funcionado durante la noche.
“Si alguien muere, la gente se asusta, pensando en que podrían haber sido sus hijos. Por el contrario, si conseguimos derribar todos los drones y misiles, es una gran alegría”, compartió Dolnik. Igual que otros ucranianos, espera que haya más motivos para la alegría una vez que las defensas se vean reforzadas.
Por ahora, sin embargo, deben aferrarse a cualquier oportunidad de recuperar algo de esperanza y de felicidad en medio de la guerra.