Bajo un sol abrasador, Kathia Chávez se retrata con un gigantesco crucero detrás. Sonríe, ajena a la crisis que enfrenta el canal de Panamá por una sequía que continúa este año, y aún sin proyectos en marcha que garanticen el agua necesaria para operar la vía.

La turista, una contadora peruana de 35 años, saluda desde un mirador de las esclusas de Miraflores a los pasajeros. El crucero es uno de los 24 barcos que cruzaron ese día el canal. Antes pasaban unos 40 diarios.

La falta de lluvias por el fenómeno de El Niño, agravado por el calentamiento global, obligó a la administración del canal a bajar el tráfico y a reducir el calado de los buques a 44 pies (13,4 metros), dos menos de lo permitido anteriormente.

«A día de hoy estos 24 (tránsitos diarios) se mantienen hasta el mes de abril, por lo menos, y en mayo va a depender de cómo entren las lluvias», dice en entrevista con la AFP la subadministradora del canal, Ilia Espino.