Las causas detrás de las inundaciones que han asolado el sur de Brasil
El estadio Beira Rio rodeado por agua debido a las inundaciones por la fuerte lluvia en Porto Alegre, en el estado de Rio Grande do Sul en Brasil el martes 7 de mayo del 2024.
Porto Alegre (Brasil).- En las inundaciones del sur del Brasil, que dejan al menos 150 muertos y más de dos millones de damnificados, coincidieron varios fenómenos climáticos que transformaron la región en una olla a presión potenciada por el calentamiento global.
Expertos climáticos consultados por EFE sospechan que detrás del desastre sin precedentes vivido en el estado de Rio Grande do Sul, con decenas de ciudades anegadas por el agua, puede estar el cambio climático provocado por la acción humana, entre otros factores.
Estas son las claves que explican la tragedia climática en el sur del país, que en dos semanas ha causado 150 fallecidos, 108 desaparecidos, 806 heridos, cerca de 620.000 desplazados y 2,1 millones de damnificados, según el balance de este miércoles.
1.- Bloqueo atmosférico- frente frío y ola de calor.
Las autoridades brasileñas avisaron a finales de abril de la formación de una situación atmosférica compleja sobre Rio Grande do Sul que preveía un volumen de lluvias gigantesco.
Por un lado, llegó un frente frío de origen antártico por el sur y, por otro, un anticiclón generó una ola de calor en el centro del país con temperaturas por encima de los 30 grados.
De esta forma, se produjo un “bloqueo atmosférico que hizo que el frente frío se quedase detenido en Rio Grande do Sul”, según describe a EFE Carlos Nobre, renombrado científico ambiental brasileño y copresidente del Panel Científico para la Amazonía.
2.- Los ‘ríos voladores’ de la Amazonía.
En medio de ese bloqueo, entraron masas de aire húmedo procedente de la Amazonía a través de los llamados ‘ríos voladores’. Un fenómeno normal y de vital importancia para irrigar todo el Cono Sur.
Sin embargo, el anticiclón en el centro de Brasil hizo que toda esa masa de humedad descargara apenas en Rio Grande do Sul, causando un nivel de precipitaciones histórico.
“La media en algunas localidades para todo el mes de mayo es de 150 mm de lluvia, pero solo en cuatro días de mayo cayeron entre 400 y 500 mm, fue un volumen muy grande”, afirma a EFE el reputado científico peruano José Antonio Marengo, coordinador en el Centro Nacional de Monitoreo y Alertas de Desastres Naturales de Brasil (Cemaden).
3.- Océanos más calientes, lluvias más extremas.
Es en la virulencia del aguacero donde entraría en juego el cambio climático.
Esas lluvias récord en Rio Grande do Sul “se deben al calentamiento global, que coloca más humedad en la atmósfera”, pues los océanos evaporan más agua al estar más calientes, apunta Nobre.
“Aumenta la temperatura del mar, aumenta la carga atmosférica y eso es como una bomba que en algún sitio tiene que descargar”, coincide Marengo, investigador apoyado por la Fundación de Amparo a la Investigación del Estado de São Paulo (Fapesp).
El 2023 fue el año más cálido jamás registrado en el planeta y este año “continúa” por el mismo camino, de acuerdo con Nobre.
“Los contrastes entre la ola de calor en el centro de Brasil y el aire frío de origen antártico al sur favorecen los fenómenos extremos en un planeta más cálido”, observa Francisco Eliseu Aquino, jefe del Departamento de Geografía en la Universidad Federal de Rio Grande do Sul.
Eliseu Aquino ha publicado recientemente un estudio con colegas de la plataforma ClimaMeter que alerta de lluvias cada vez más intensas desde finales del siglo XX en Rio Grande do Sul, lo que puede atribuirse “principalmente al cambio climático provocado por el hombre».
4.- Falta de prevención.
Pero el reguero de destrucción en el sur de Brasil también se vio favorecido por la falta de prevención sobre el terreno.
La población brasileña no está educada para afrontar este tipo de desastres, no hay rutas de fuga o áreas de seguridad identificadas en los municipios en riesgo, ni tampoco un sistema de alertas con sirenas, como por ejemplo en Japón, según Marengo y Nobre.
Además, en el caso de Porto Alegre, la capital regional, no hubo un mantenimiento correcto del sistema de diques que protege la ciudad.
“Las compuertas se oxidaron y se rompieron”, apunta Marengo.