Lima se despereza en el desconcierto de un toque de queda
Entre la masa varada en el paradero estaba Guadalupe Negrete, quien reconoció haber quedado atónita al llegar
Como todos los días, a las cinco de la mañana, Elmer Lorenzo planta su tienda ambulante en el paradero de Puente Nuevo, en el céntrico distrito limeño de El Agustino. Aún sin luz, pronto ve, perplejo, que en lugar de los autobuses que suelen abrumar la carretera hoy hay policías, militares y filas de gente sorprendida por el toque de queda ordenado horas antes por el Gobierno.
«No sabía, ha hablado muy tarde y a esa hora ya estaba descansando», espeta a Efe el hombre, acerca de la medida que el presidente Pedro Castillo anunció minutos antes de la medianoche, cuando Lorenzo ya descansaba.
Como él, fueron miles los peruanos que arrancaron esta jornada desconcertados por haberse perdido el improvisado mensaje del mandatario en un intento para sofocar el paro de transportistas que se arrastraba hacía siete días en Perú.
El gobernante decretó el estado de emergencia en Lima y su vecina Callao y encerró por 22 horas a casi un tercio de la población del país en una zona donde las protestas no han tenido prácticamente eco ni se han vivido episodios de violencia.
La medida ha atizado la polémica en la capital y ha airado a un sector que acusa a Castillo de haberse encauzado en caminos autoritarios justo un 5 de abril, una fecha que ya dejó huella en el país hace exactamente tres décadas, cuando el expresidente Alberto Fujimori tomó el control de todos los poderes tras un autogolpe de Estado.
Varados en estaciones
Lima despertó hoy relativamente tranquila. Pocos se habían desvelado por el habitual ruido de tránsito de la capital, donde las vías lucían casi desiertas.
Era en esquinas, terminales terrestres y paraderos donde se concentraban algunos tropeles de rostros aún somnolientos y, la mayoría, sorprendidos.
Faltaban pocos minutos para que el reloj marcara las siete de la mañana y en frente de la tienda de Elmer ya había una cincuentena de personas cruzando sus dedos para invocar la llegada de algún vehículo que los trasladara hasta sus puestos de trabajo.
Entre la masa varada en el paradero estaba Guadalupe Negrete, quien reconoció haber quedado atónita al llegar.
«No sabía que el presidente había declarado porque declaró (en) la noche, muy tarde, no estaba enterada», relató a Efe la mujer, con una media sonrisa tras escuchar al joven de su lado que, sin disimular su hartazgo, soltó un «yo me voy a dormir».
Negrete llevaba más de media hora esperando su autobús. Los pocos que pasaban lo hacían a cuentagotas y abarrotados de pasajeros que se lanzaban a sus puertas para no quedarse fuera.
Pero la mujer quiso esperar. La empresa textil en la que trabaja no se había pronunciado sobre la medida de inmovilización social (toque de queda) y ella confiaba en que podría llegar, subiéndose a alguna combi, nombre de las populares minivanes informales que hoy, sin duda, hicieron su agosto.
A pocos metros de Negrete, decenas de agentes de la Policía Nacional del Perú (PNP) y militares del Ejército aguardaban firmes al borde de la vía, sin intervenir, como si esperasen que estallara algún contratiempo.
Solo el personal a cargo del tránsito interactuaba de vez en cuando como mediador entre pasajeros y conductores.
Medida «excesiva»
A fin de aligerar la carga de personas en los paraderos, incluso la policía salió en la madrugada en autobuses con algunos pasajeros.
La joven Alessandra Andrade lo había escuchado por la radio: «Por eso vine», declaró a Efe, antes de sostener que esta norma que decretó Castillo solo «va a empeorar las cosas».
«Lo peor que pudo haber hecho ahorita (el presidente) es cerrar más la situación, hacer que haya menos comercio, menos producción,… Lo ideal hubiera sido que más bien evite este paro (de tranportistas)», agregó.
Cerca, Humberto Fernández coincidió en que la medida es «muy exagerada»: «Como población estamos incómodos con la elevación de todos los productos, de todo el combustible, pero a parte de estar incómodo también necesito trabajar (porque) tenemos que sustentarnos, alimentarnos, pagar deudas y recibos», dijo.