La mujer, de 23 años, cayó desde una ventana de su apartamento en la ciudad rusa de San Petersburgo, donde vivía con su marido, de 24 años, con quien se casó el viernes pasado. Estaba bajo la influencia de las drogas y falleció en un hospital donde se la llevaron tras la llamada de su esposo, que estaba presente en el momento del accidente.

Los amigos de la víctima informaron a los medios rusos que la mujer consumió drogas durante unos años y de vez en cuando sufría altibajos, sin embargo, decía que no tenía problemas en la relación con su marido, destacando que nadie la había querido tanto como él. La Policía cree que la muerte fue un accidente y no se debe a motivos criminales, aunque los vecinos del matrimonio confirmaron que eran testigos de varias discusiones entre la pareja.

Si bien la investigación prosigue, por su parte, el esposo de la víctima, que todavía no ha sido detenido, niega todas las acusaciones y afirma que no tiene nada que ver con la muerte de su prometida. «El joven amaba sinceramente a su novia y simplemente no podía hacerle daño a ella», aseguraron los amigos de la fallecida, que tampoco comprenden por qué la noche de boda se convirtió en una tragedia.