Uruguay enfrenta persistente crisis hídrica tras sequía de 2023, mientras se reabre el debate sobre medidas de emergencia
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En 2023, Uruguay vivió una de las peores sequías de su historia reciente, que afectó gravemente al sector agropecuario del país. Las pérdidas millonarias generadas por la falta de lluvias no solo impactaron la productividad agrícola, sino que también desataron problemas de abastecimiento de agua en el área metropolitana. Aunque las lluvias de 2024 trajeron algo de alivio, los efectos a largo plazo de la crisis hídrica siguen siendo evidentes.
La falta de agua en el suelo y la persistente baja de los niveles de los acuíferos siguen amenazando tanto a la producción agrícola como al suministro de agua potable. A pesar de los esfuerzos por mitigar la situación, los acuíferos aún no se han recuperado por completo, y la incertidumbre se mantiene para los productores del sector primario, clave en la economía uruguaya.
Este escenario ha reabierto el debate sobre la implementación de medidas que podrían aliviar la crisis a largo plazo. Entre las propuestas más discutidas se encuentran la perforación de pozos adicionales y la construcción de represas, opciones que podrían mejorar la capacidad de almacenamiento de agua y aumentar la productividad agrícola en el futuro.
Mientras Uruguay enfrenta esta etapa crítica, el país atraviesa un momento político clave, ya que el Frente Amplio regresará al poder el 1° de marzo, lo que podría traer consigo nuevas políticas públicas y estrategias en respuesta a la crisis hídrica que aún afecta al país.
El futuro de la agricultura y el abastecimiento de agua sigue siendo incierto, y las autoridades deben decidir rápidamente las medidas a adoptar para asegurar la sostenibilidad en los próximos años.