Vice presidenta electa en Colombia afirma con su triunfo se inicia un proceso de justicia social A.L
«Esto es por nuestras abuelas y abuelos, las mujeres, los jóvenes, las personas LGTBIQ+, los indígenas, los campesinos, los trabajadores, las víctimas, mi pueblo negro, los que resistieron y los que ya no están… Por toda Colombia. ¡Hoy empezamos a escribir una nueva historia!», escribió Francia Márquez un rato después de que se confirmara el triunfo del Pacto Histórico que convertirá a Gustavo Petro en presidente y a ella, en vicepresidenta.
El mensaje resumió a los sectores de la población ignorados, vilipendiados durante décadas por una clase política colombiana que se regodeó en la corrupción y en el fortalecimiento de élites y que jamás solucionó los problemas reales, cotidianos de la ciudadanía. Los «nadie» de los que tanto hablaron Petro y Márquez durante la campaña.
Fueron ellos los que salieron a votar en masa, algunos en mulas, algunos en canoas, con la esperanza de que esta victoria marque el inicio del proceso de justicia social que sigue pendiente en toda América Latina.
Por eso las lágrimas, las sonrisas, los abrazos, los bailes colectivos a ritmo de cumbia, los fuegos artificiales, las guitarreadas, los desfiles de taxistas y motoqueros que la noche del domingo poblaron todas las ciudades de Colombia.
En las calles, en los barrios, celebraban los resultados de un proceso que, más allá de lo que logre (o no) la gestión de Petro, ya es trascendental porque modifica por completo el mapa de la política del país sudamericano.