Cuaresma: Colocarle orden a nuestro desorden

En medio de una pandemia y observando la guerra entre Rusia y Ucrania, ha llegado la Cuaresma. Con pasos lentos pero firmes, volveremos a mirar nuestro interior, a hacer una parada pese a encontrarnos en un mundo apresurado, en el cual todos estamos sumergidos. Lo haremos para darle forma a todo lo que está desformado en nuestra existencia. Se realizará en un contexto histórico donde algunos de los poderosos ponen nueva vez de manifiesto su poder, ego, avaricia y toda clase de maldad.

Si, volveremos a fortalecer nuestro espíritu con las prácticas cuaresmales: ayuno, oración y penitencia. Con el único objetivo de vitalizar nuestra fe, discernir entre las obras del bien y del mal. El propósito es devolverle el orden al desorden que tenemos en nuestro corazón. Y, aunque para muchos la Cuaresma es una perdedera de tiempo o simplemente algo que ya pasó de moda, los cristianos seguimos guardando este tiempo fuerte para recuperar energía, alejarnos del pecado y acercarnos más a la gracia de Dios.

Nunca está de más detenerse y revisar cómo va todo en nuestra vida. Pues, así como es importante ir al gimnasio, llevar dieta, viajar, ahorrar dinero, comprar ropa, etc., de igual manera y quizás más, es sacar tiempo para nosotros. No simplemente para cumplir con una rutina recomendada por los demás, sino porque en el fondo sabemos que, siempre tenemos cosas que mejorar, situaciones por afrontar. De aquí que, está en nuestras manos darnos la oportunidad de ordenar lo que esta desordenado en nosotros o dejar todo como esta, sin ver ningún resultado.

Sin embargo, el cristiano siempre ve en el tiempo de Cuaresma la ocasión adecuada y oportuna para centrarse en las cosas esenciales y dejar a un lado poco a poco las realidades banales. Lo hace porque va creando la conciencia de reconocer sus limitaciones y la necesidad que tenemos todos de volver a encontrarnos con Dios, como fuente y origen de nuestro ser.

La Cuaresma es para realizar nuestro inventario personal, para saber si en la carrera de la vida, vamos avanzando o estamos retrocediendo. En este tiempo, nos damos cuenta si estamos llenos de Dios o si solo somos humo y pantalla; seres humanos que viven para complacer el capricho de otros, individuos que gastan casi todo su potencial humano en imitar las actitudes y costumbres de amistades, líderes y motivadores…

Aprovechemos la Cuaresma para arreglar la habitación de nuestra vida. Hagamos un programa y según nuestras posibilidades, vayamos colocando cada pieza donde va. Dediquemos un espacio valioso para reflexionar, analizar y ver realmente lo que estamos haciendo con nuestra vida. Dejemos de pisar por breves instantes, el acelerador del activismo en el que nos encontramos todos, precisamente para aterrizar y darnos cuenta si vale la pena seguir el mismo ritmo que llevamos o si realmente es urgente apagar el internet, dejar de mirar las redes sociales, las series y novelas en Netflix para tener un diálogo humano y sincero con nosotros mismos.