El peligro de los rituales de belleza y el uso de productos en la piel de los niños
La cosmeticorexia supone un riesgo por el uso indiscriminado de productos y rituales de belleza en la piel de chicas y chicos preadolescentes y adolescentes que pueden afectar y comprometer su salud dermatológica por la composición del los productos.
La moda de grabar y enseñar el skincare o cuidado facial en redes sociales se ha vuelto una inquietud para niñas y adolescentes que quieren imitar a perfiles de personas más mayores que comparten sus cuidados de la piel. No obstante, la mayoría de rituales de belleza no están indicados ni son necesarios a una edad tan temprana. Su uso, según advierten los dermatólogos, puede ser contraproducente incluso negativo.
Es habitual que las niñas preadolescentes imiten los hábitos de cuidado y belleza que ven a su alrededor, en medios de comunicación, en películas… es algo propio de la adolescencia, una época de cambios, de búsqueda de la propia identidad.
Sin embargo, en esta ocasión el juego va más allá pues muchas niñas están buscando, comprando y consumiendo, productos que no necesitan y que además están indicados para otras pieles y edades.
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La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) advierte contra el creciente uso de cosméticos entre menores y Leandro Martínez, Jefe del Servicio de Dermatología del Hospital de Málaga y director de la clínica dermatológica Dermacenter, en una entrevista para EFE Salud, nos explica cómo pueden afectar estos rituales de belleza en la piel de niñas y adolescentes.
¿Qué es la cosmeticorexia?
Este término, de reciente creación, se utiliza para describir la obsesión por los productos cosméticos y de belleza fuera de la indicación de un dermatólogo o un profesional.
«No es un trastorno o enfermedad mental. Es algo así a cómo si caminas siempre con paraguas los días sin lluvia. Tu cuerpo no necesita protegerse de nada y aún así lo hace, pues con las cremas y productos puede ser incluso contraproducente», ejemplifica Martínez.
«Lo cierto es que niños y adolescentes están expuestos a unos cánones de belleza cada vez más irreales y difíciles de alcanzar, obsesionarse con esto puede suponer malestar, ansiedad o estrés, o llevarles incluso al uso de de cosméticos a una edad muy temprana y sin recomendación médica», añade el experto.
Redes sociales y costemeticorexia
«Por lo que veo, todas estas prácticas, tienen relación con las terapias skincare que están tan de moda en redes sociales como Tiktok. No es que sean malos estos hábitos pero si contraproducentes a una edad temprana», señala Leandro Martínez.
«El problema es que el menor de edad consume estos productos porque lo ha visto en redes sociales, no por recomendación médica», añade el dermatólogo.
Además, según la OCU los más jóvenes, normalmente sin poder adquisitivo, tienden a comprar lo más económico, por ejemplo, en bazares o en grandes marketplaces, donde los productos pueden no estar tan controlados como en los canales habituales.
A menudo lo que compran son falsificaciones o productos de «belleza» que se venden online sin ningún control: blanqueadores dentales con peróxido de hidrógeno, que pueden dañar el esmalte y la encía, gotas para cambiar el color de ojos, para aumentar el grosor de los labios…, añade la OCU.
¿Cuáles son los principales peligros de esta práctica?
«Por un lado, al no necesitar esos cosméticos estás desaprovechando dinero, tiempo y producto en algo que tu piel no necesita, y por otro lado, precisamente tu piel sufre cada día con un producto que no es apto para ella o que puede contener activos que no necesita, modificando las funciones y competencias normales de la piel», explica el dermatólogo.
Precisamente, algunos productos por su composición o por la forma de usarlos, pueden suponer un problema para las pieles sensibles en edades tempranas, dando lugar a:
- Reacciones alérgicas
- Sensibilización cutánea por uso de tintes del pelo o productos con colorantes para el cabello
Además, utilizar productos sin conocer sus compuestos, puede llevar a chicas aun adolescentes a consumir innecesariamente:
- El retinol, los alfa hidroxiácidos o el ácido salicílico son ingredientes de cremas antiedad no recomendados en estas edades.
- Los parabenos de cadena larga o antioxidantes, cuestionados por ser disruptores endocrinos, es decir que pueden alterar el equilibrio hormonal.
- Filtros ultravioletas, también con potencial disruptor endocrino, y pueden aparecer como ingredientes en maquillajes con protección solar o cremas faciales.
«Los dermatólogos no nos cansamos de decir que muchas veces menos es más. La rutina de limpieza y los cuidados, cuanto más directos y más simples, más efectivos serán y una mayor adherencia tendrán», señala el especialista.
«Si yo a ti te recomiendo por la mañana 9 cremas y por la noche otras 12, como es el caso de alguna rutina de otros países fuera de España, pues es muy difícil de cumplir y además, que no lo vas a necesitar porque puedes repetir productos con un mismo efecto», concluye.
Además, recurrir a productos oclusivos y grasos (cremas o maquillaje) en pieles adolescentes con tendencia al acné o más grasas pueden empeorar la situación.
Frenar la cosmeticorexia
Lo cierto es que la moda del skincare ocupa un nuevo nicho de mercado que distintas cadenas y marcas de belleza están explotando, sobre todo a través de las redes sociales, señala la OCU.
No obstante, los niños y adolescentes no deben ser un producto comercial, expuestos a bulos, recomendaciones interesadas y consejos de influencers, sino que merecen un entorno seguro que les proteja, a veces también de sí mismos.
Además, la preadolescencia es una época, según afirma Martínez, muy buena para adquirir hábitos de salud tanto física cómo mental. Dermatológicamente hablando, sería la época perfecta para asentar buenos hábitos de limpieza de la piel al levantarse y al acostarse o respecto al uso de crema protectora.
Por ello, tanto desde la OCU como desde diferentes sectores profesionales de la salud, se solicita un plan de acción que establezca una regulación en la publicidad que se hace sobre cosméticos en las redes sociales.