Arma de destrucción masiva en Rusia: 3,800 veces más potente que bomba nuclear que devastó Hiroshima
Las consecuencias serían las muertes por radiación y la lluvia radiactiva, que podría permanecer en el medio ambiente durante décadas.
Redacción Internacional.- El pasado 27 febrero, presidente de Rusia, Vladimir Putin ordenó la activación de su arsenal nuclear como medida de presión en la guerra entre Rusia y Ucrania. Putin quiere utilizar el armamento nuclear como elemento de disuasión, presión y amenaza a los países de la OTAN y Ucrania. La amenaza nuclear de Rusia apunta a que la conocida ‘Bomba del Zar’ podría ser un arma de destrucción masiva que es 3,800 veces más poderosa que la bomba nuclear que devastó Hiroshima en 1945.
Se trata de una bomba de fusión de hidrógeno que se probó durante la Guerra Fría, concretamente el 30 de octubre de 1961. El efecto se sintió a más de 1,000 kilómetros desde el epicentro de su explosión, alcanzó los 64 kilómetros de altura y 100 kilómetros de diámetro de extremo a extremo.
La energía de estas bombas de hidrógeno se liberan cuando los núcleos de los átomos se combinan o se fusionan entre sí para formar un núcleo más grande. Esta reacción hace que sea más poderosa la explosión.
La bomba que se lanzó en 1961 tenía una potencia de 50 megatones, ocho metros de largo y 27 toneladas de peso. Actualmente, Rusia quiere experimentar con esta Bomba del Zar de 100 megatones para tener un mayor nivel de destrucción.
Nuclear Secrecy indica que si esta bomba de 100 megatones cayera en Madrid -por poner un ejemplo-, la explosión llegaría a Toledo, Guadalajara, Segovia y Ávila. El efecto de los gases y la radiación pasarían por Andorra, Francia y llegarían hasta Alemania, además, habría cerca de cuatro millones de muertes y un millón de personas heridas.
Si la bomba cae en el centro de Madrid, morirían el cien por cien de las personas porque sería la zona de explosión. A 75 kilómetros del punto de caída habría una alta radiación térmica y los usuarios sufrían quemaduras en la piel y daños en el sistema nervioso. Hasta 100 kilómetros del centro de Madrid, se crearía una onda de choque y las ventanas de los hogares se romperían por la presión.